
¿Ha hecho usted alguna vez un recorrido por la Biblia para encontrarse atascado en el libro de LevÃtico? Lee usted todo el Génesis sin problema, aprendiendo acerca de Abraham, Isaac y Jacob y todo lo que les sucedió. A continuación sigue con la lectura de Exodo, donde se encuentran incidentes tan dramáticos como puedan ser la confrontación de Moisés con el Faraón en la corte de Egipto, la separación del Mar Rojo y la entrega de la Ley. Y entonces comienza a leer LevÃtico. Una vez que ha leÃdo laboriosamente las ofrendas llega al sacerdocio, a las ceremonias, a todas las restricciones sobre el régimen y las especificaciones sobre la vestimenta del sumo sacerdote y las diferentes y extrañas funciones y fiestas. Para entonces, su interés se ha esfumado, se ha quedado usted sin fuerzas y pone fin a su lectura de la Biblia. ¿No estoy en lo cierto?
Soy consciente de que este libro resulta un poco difÃcil y da la impresión de ser muy árido. Hasta lo podÃamos titular "la barrera árida, pero si puede usted atravesarla, se encontrará con que la Biblia es un libro fascinante y que vale la pena leerla hasta el fin.
El LevÃtico me recuerda una visita a una fábrica sin un guÃa. Cuando llegué por primera vez a esta región, fui a San Francisco, donde un amigo mÃo tenÃa una fábrica de gran tamaño de productos de acero. Entré en la fábrica con el fin de ver lo que estaban fabricando. Mi amigo estaba ocupado en esos momentos y no podÃa acompañarme, de modo que fui solo. Mi primera impresión al entrar en aquel enorme edificio fue la de un ruido enorme. ¡Era algo increÃble! HabÃa enormes máquinas que hacÃan un ruido insoportable, enormes martillos pilones que golpeaban con fuerza y habÃa otras máquinas que estaban triturando el metal y echándolo como piezas. Ni siquiera podÃa oÃrme a mi mismo pensar. Mi segunda impresión fue una de confusión masiva y me pareció que nadie sabÃa lo que estaba haciendo. HabÃa hombres que corrÃan de un lado a otro, sin prestarse atención unos a otros, algunos se tropezaban con sus compañeros, mientras las máquinas seguÃan funcionando sin aparente armonÃa ni relación alguna.
Entonces mi amigo se unió a mi y comenzó a llevarme por toda la fábrica. En primer lugar, me enseñó un sector y me explicó lo que estaban fabricando en él, luego me mostró una máquina y me dijo para qué servÃa. Continuamos asà hasta que llegamos al departamento de envÃos. Cuando vi un producto acabado, entendà lo que era aquella fábrica y tuvo sentido y dejé de sentirme confuso.
Es posible que sea eso lo que usted sienta al leer el libro de LevÃtico. Al leerlo se encuentra usted con muchas ceremonias y sacrificios extraños, muchas restricciones fuera de lo habitual, problemas de régimen alimencio y otras diferentes dificultades que parecen totalmente carentes de significado, pero entonces descubre usted que poseen una relación muy compleja, intrincadamente articuladas que conducen hacia un fin muy determinado. Este fin ha quedado muy claro en este libro, y si quiere usted entender el LevÃtico, hay un versÃculo que se encuentra aproximadamente a mitad del libro que le será de ayuda:
"Me seréis santos, porque yo, Jehová, soy santo y os he separado de los pueblos para que seáis mÃos." (Lev. 20:26)
Ese es el propósito del libro de LevÃtico. Dios le está diciendo a su pueblo Israel: "Os he separado del resto de las naciones de alrededor a fin de que seáis mÃos. Cuando nosotros los cristianos leemos esto, debemos de entender que nosotros somos el pueblo de Dios hoy. Lo que le dijo Dios a Israel también nos lo está diciendo a nosotros, porque en la nueva relación que tenemos con Jesucristo no hay ni judÃo ni gentil, no hay más que un solo hombre, un cuerpo en Cristo. Las promesas que aparecen en forma de imagen en el Antiguo Testamento también nos pertenecen a nosotros, que vivimos a este lado de la cruz.
Tal vez se sintió usted eliminado de inmediato por la palabra "santo en este pasaje. No sé lo que cree usted que significa el término, pero es posible que haya creÃdo usted entender algo que está relacionado con su pasado y que hace que le resulte desagradable. La mayorÃa de nosotros relacionamos la palabra "santo con algo sumamente severo y estamos convencidos de que las personas "santas tienen un aspecto como si se las hubiera estado remojando en vinagre o en un lÃquido para embalsamar. Esa era la idea que yo tenÃa de la palabra y a mi la santidad no me resultaba ni mucho menos atractiva, sino que me repelÃa, pero me encontré con un versÃculo en las Escrituras que hablaba acerca de "la hermosura de la santidad (Salmos 29:2) y me pregunté a mi mismo: "¿qué hay de hermoso en la santidad? Cuando por fin lo averigüé, tuve que admitir que la santidad es verdaderamente algo hermoso.
Pero la mayorÃa de nosotros reaccionamos inicialmente ante esta palabra como lo hizo la niñita que vio a una mula que la observaba por encima de una valla. No habÃa visto nunca una mula y le dijo: "no sé lo que eres, pero debes de ser un cristiano porque te pareces a mi abuelo. Otras personas relacionan la palabra con algo extraño, apartado, como si las personas santas fueran seres extraños y excéntricos, que viviesen en algún lugar del desierto, alejados del resto de nosotros. Son "diferentes, pero la Biblia no sugiere ninguna de estas ideas con respecto a la santidad. Si quiere usted entender el significado de la palabra, es preciso volver a su raÃz original. La palabra se deriva de la misma raÃz de la que procede una atractiva palabra en inglés. La palabra es "wholeness (integridad, todo, completo), de modo que santidad quiere decir integridad, estar completos. Y si leemos integridad en lugar de santidad por todas partes en la Biblia, se acercarÃa usted mucho más a lo que quisieron realmente decir los escritores de este libro. Todos sabemos lo que es la integridad o el total. Es unir todas las partes que tenÃan que estar presentes y que funcionen tal y como debÃan hacerlo.
De eso es de lo que está hablando Dios, al decirle a su pueblo: "seréis Ãntegros porque yo soy integro. Dios es completo, es perfecto. No hay mancha alguna en él porque vive en armonÃa consigo mismo. El es una persona preciosa y es absolutamente lo que debe de ser una persona. Está lleno de gozo, de amor y de paz. Vive en integridad y nos mira a nosotros, nos halla quebrantados y nos dice: "también vosotros seréis Ãntegros.
Esa palabra integridad tiene el poder de despertar el deseo en nosotros, que anhelamos ser un pueblo Ãntegro. ¿No lo desea usted? ¿No quiere usted ser aquello para lo cual Dios le creó a usted, con todos los ingredientes de su personalidad expresados de modo equilibrado? De eso se trata el libro de LevÃtico. De hecho, la Biblia entera. Somos tan conscientes de que somos personas débiles, de que no somos completas. Sabemos lo mucho que nos perjudicamos a nosotros mismos y a otros y nos damos cuenta de nuestra inhabilidad para afrontar la vida. Algunas veces nos ocultamos tras una máscara y pretendemos que somos perfectamente capaces de afrontar lo que sea, pero la verdad es que, la mitad del tiempo, sentimos el miedo en nuestro interior. Esa es la señal de que no hay plenitud en nosotros. Conocemos además el poder diabólico que tenemos para irritar, para enfurecer y para encolerizar a otros e incluso a nosotros mismos. Pero esta gran afirmación de LevÃtico 20:26 declara que Dios sabe perfectamente que somos débiles y que nos sentimos heridos y su amor llega hasta nosotros y nos dice: "Seréis Ãntegros porque yo lo soy. Ese es mi propósito le dice a su pueblo.
El hombre se ha perdido en el camino porque habÃa sido creado a imagen de Dios y cuando salió primeramente de la mano de Dios era un ser completo. Adán funcionaba tal y como Dios quiso que funcionase el hombre porque estaba funcionando conforme a la imagen y la semejanza de Dios, pero ahora hemos perdido esa semejanza. Aún tenemos la imagen, pero la semejanza ha desaparecido. T.S. Eliot dice:
Todos nuestros conocimientos sirven solo para acercarnos a nuestra ignorancia, y nuestra ignorancia nos acerca aún más a la muerte. Pero al acercarnos a la muerte nos acercamos más a Dios.
Y a continuación pregunta: ¿Dónde está esa vida que hemos perdido al vivir?
¿No es esa la pregunta que se hacen hoy millones de personas? ¿Dónde ha ido a parar la vida que hemos perdido al intentar vivir? ¿Por qué no encuentro la salida? ¿Por qué estoy tan tenso, tan dolorido, tan angustiado? Pero Dios se ha propuesto sanar el corazón apesadumbrado y hacer que el hombre vuelva a ser completo y él sabe cómo hacerlo, de modo que dice: "os he separado de los pueblos. (Lev. 20:24) Es un proceso de separación. El motivo por el que nos sentimos angustiados es porque pertenecemos a una raza angustiada y nuestras actitudes son equivocadas. Nuestra visión de la vida está torcida y distorsionada, nos creemos lo que no son más que ilusiones, pensando que son hechos, y actuamos conforme a ellas. Estamos persiguiendo a fantasmas, fantasÃas y engaños, por lo que es preciso que Dios nos separe. Tiene que liberarnos de la conformidad a la manera de pensar, a las actitudes y a las reacciones de los que nos rodean. Tiene que liberarnos de todo eso, tiene que enderezar nuestra manera de pensar, enderezar nuestras mentes y nuestros corazones, y corregir nuestras relaciones retorcidas y enredadas.
Este es un proceso que requiere una paciencia y un amor infinito, porque es voluntario y Dios no nos ha obligado nunca a nada. Solamente les puede suceder a aquellos que confÃan en Dios lo suficiente como para reaccionar ante su amor. Cuando yo no era más que un adolescente, intenté en una ocasión atraer a una cierva de entre la espesura a un pequeño claro para que cogiese una manzana de mi mano y se la comiese. Era un animal salvaje y muy asustado. Vio la manzana y era evidente que querÃa venir a cogerla. Avanzaba unos cuantos pasos hacia mi, pero entonces se asustaba y se retiraba hacia los bosques. Luego volvÃa a salir, se quedaba inmóvil y miraba durante un tiempo a su alrededor, y empezaba a pacer como mostrándose indiferente. Yo permanecÃa inmóvil, con la manzana en mi mano. La cervatilla se acercaba un poco, entonces se partÃa una ramita y volvÃa a desaparecer entre los matorrales.
Al animal le hubiera resultado perfectamente posible durante todo ese tiempo, de haberlo sabido, sencillamente acercarse, coger la manzana y comérsela. Yo no le hubiera hecho el menor daño, no hubiera intentado capturarla ni hacerle ninguna otra cosa, pero ella no sabÃa eso. Finalmente, se acercó hasta la mitad del camino y se quedó con el cuello estirado, intentando armarse de valor para coger la manzana. Justo cuando creà que iba a hacerlo, pasó un coche muy cerca y desapareció y me tuve que comer la manzana yo mismo. Eso me parece una imagen muy apropiada de lo que Dios tiene que afrontar para acercarse al hombre. Requiere una paciencia y un amor infinito impartir la comprensión necesaria a hombres y mujeres como nosotros, temerosos y doloridos.
Por eso fue por lo que Dios nos dio su libro y por lo que ha comenzado con nosotros desde lo más básico. Comienza mostrándonos imágenes y sombras, con ayudas visuales, a fin de mostrarnos lo que hará un dÃa. Todas las ceremonias y las ofrendas del Antiguo Testamento son sombras e imágenes de Jesucristo y, por lo tanto, Cristo está aquà en el LevÃtico. Dios nos muestra, por medio de su pueblo Israel, su manera de sanar un corazón humano herido y asà es cómo Dios hace que seamos completos.
Es posible que alguien diga: "Pues yo me creÃa que Jesucristo era la manera que tenÃa Dios de hacer que fuésemos Ãntegros y eso es cierto, lo es. Pero él no solo está a nuestra disposición. HabÃa hombres y mujeres ante la cruz que estaban doloridos, angustiados y fragmentados, lo mismo que lo estamos nosotros. Ellos necesitaban a Cristo y él estaba a su disposición. Por ello, al entender aquellos hombres y mujeres lo que representan estas imágenes y aplicarse su significado, pudieron disfrutar del mismo gozo y la misma paz que tenemos nosotros.
Si ustedes no lo creen, lean los Salmos y verán lo mucho que entendió David acerca de la presencia y la gracia de Dios en su vida. El fue un hombre sanado por Dios y entendió que Dios era su fortaleza y su vida misma y que él podÃa suplir cada una de las necesidades de su corazón y enderezar todas las relaciones enredadas de su vida familiar y personal. Todo esto está reflejado en los salmos que escribió.
Por lo tanto, Cristo está por todo el LevÃtico. Todos los sacrificios, los rituales y las ceremonias descritas mediante imágenes describen a Jesucristo y a su obra y cómo estuvo a disposición de los hombres y mujeres de entonces. Y al leer nosotros este libro desde nuestra posición ventajosa, a este lado de la cruz, aprenderemos mucho acerca de cómo Jesucristo suple actualmente nuestras necesidades. Por lo tanto, este no es solo un libro histórico y no está escrito solamente para transmitir "noticias. Es un manual tremendamente práctico sobre cómo vivir como cristianos.
Pero hay algo más: al leer el libro de LevÃtico y entender lo que está diciendo, le ayudará a usted a entenderse a sà mismo. Como ve, Dios adoptó en Jesucristo la forma de hombre. Jesús vino a este mundo, Dios hecho carne, y habitó entre nosotros como hombre, como el hombre tal y como Dios querÃa que fuese. Vino a donde nos encontramos nosotros y todo cuanto fue e hizo como hombre es lo que también somos o podemos ser nosotros. De modo que, al leer este libro, entenderá más acerca de sà mismo y cuáles son sus necesidades más importantes y vitales y acerca de cómo debe comportarse.
Somos un misterio para nosotros mismos y ni siquiera entendemos cómo pensamos y nos sentimos desconcertados por nuestra propia experiencia. ¿No se siente usted asÃ? Recuerde cómo lo expresa Pablo en Romanos: "Porque no hago el bien que quiero; sino al contrario, el mal que no quiero, eso practico. (Rom. 7:19) Esa es una imagen de la vida. Es un análisis en profundidad y que examina lo que está sucediendo en su vida y en la mÃa. Es lo que nos muestra el libro de LevÃtico, los motivos de por qué sucede, ayudándonos a entendernos a nosotros mismos. Este libro tiene como fin resolver el sufrimiento del hombre, sea cual fuere y según vayamos aprendiendo a aceptar la sanidad de Dios, nos enseñará lo que podemos ser.
Debido a que eso es cierto, el libro se divide en dos partes básicas. La primera parte habla acerca de la necesidad del hombre y nos revela dónde nos encontramos como personas, al tiempo que deja claro cuál es la respuesta de Dios ante la necesidad del hombre. La segunda parte pone de manifiesto lo que Dios espera de nosotros a cambio. Primero encontramos la provisión de Dios y luego la actuación, que es el resultado de dicha provisión.
En los primeros dieciséis capÃtulos, hay cuatro elementos que presentan la necesidad del hombre y que revelan cómo somos. La primera es una serie de cinco ofrendas. Estoy seguro de que Dios hizo que tuviésemos cinco dedos en cada mano para que pudiésemos acordarnos de las cinco ofrendas. Primero nos encontramos con el holocausto, luego está la ofrenda vegetal, la ofrenda de paz, el sacrificio por el pecado, y finalmente el sacrificio por la culpa. Todos ellos son imágenes de lo que Jesucristo hace a nuestro favor, pero son al mismo tiempo imágenes sobre las necesidades fundamentales de la vida humana y reflejan dos cosas que son esenciales para la existencia humana: el amor y la responsabilidad.
No podemos ser nunca personas completas si no nos aman y tampoco si nosotros no amamos. El amor es un ingrediente absolutamente esencial en la vida y nada perjudica ni distorsiona ni deforma o acaba más con una persona que el hecho de que se le niegue el amor, pero hay algo más que es también esencial. A fin de poder estar completos, de respetarnos a nosotros mismos y de tener la sensación de ser valorados, debemos tener un sentido de la responsabilidad. Debemos de poder realizar lo que vale la pena y, por lo tanto, necesitamos ambas cosas: el amor y la responsabilidad.
El segundo elemento en estos capÃtulos es el sacerdocio. Este sacerdocio tiene como propósito ayudarnos a enfrentarnos con los problemas emocionales e intelectuales al intentar resolver las relaciones de amor y en las que media la responsabilidad. Nos encontramos constantemente con problemas emocionales e intelectuales, nos sentimos molestos, desmoralizados o estimulados, excitados o deprimidos, porque tenemos toda clase de problemas emocionales. Y nos sentimos intrigados y desconcertados, inseguros y confusos en cuanto a lo que hacer, ante toda clase de problemas intelectuales, de modo que el sacerdocio está ahà para ayudarnos con estos problemas.
En el caso del Antiguo Testamento este sacerdocio lo representaban los hijos de LevÃ. Pero en nuestro caso, el sacerdocio no solo lo representa Jesucristo, nuestro Señor y Sumo Sacerdote, al que podemos acudir con toda libertad, sino los unos para con los otros. (1ª Pedro 2:5) Por eso es por lo que nos necesitamos unos a otros. Básica y fundamentalmente, no podemos seguir adelante los unos sin los otros, porque tenemos estos problemas y necesitamos que alguien nos ayude a resolverlos.
El tercer elemento es la revelación de una norma que haga posible que podamos distinguir la verdad de lo que es falso, lo que es imitación y lo que es real, lo que nos ayuda y lo que nos perjudica, la diferencia entre la vida y la muerte. ¿No resulta extraño que el hombre, en su condición natural, no sea capaz de hallar la diferencia? Por eso es por lo que hay miles y miles de personas que creen que están prestando ayuda, pero que acaban perjudicando mucho a los demás ¡y no entienden por qué! Cuando empiezan a producirse los resultados se preguntan: "¿qué ha pasado, que ha salido mal? ¿Por qué me he metido en este lÃo? Es sencillamente debido a que no saben cuál es la diferencia. Por eso, un Dios de amor nos explica cuál es la diferencia y establece unas normas gracias a las cuales podemos distinguir entre aquello que es esencialmente perjudicial y lo que de hecho nos sirve de ayuda.
Finalmente, en esta primera sección tenemos la oportunidad de reaccionar, de manera voluntaria y eso también lo necesitamos. Dios nunca impone su voluntad a ninguno de nosotros, aunque necesitamos ayuda constantemente. Es preciso que nos encontremos en una situación en la que lo reconozcamos y entonces tendremos que reaccionar de algún modo y tendremos que responderle. Esta oportunidad se ofreció el DÃa de la Expiación. Si, cuando entendamos totalmente nuestra necesidad y la provisión de Dios frente a ella, le decimos que "no a él, él permitirá que lo hagamos. Es posible que nunca más disfrutemos de esa oportunidad, pero Dios nos permite siempre un largo perÃodo de preparación durante el cual nos guÃa a una comprensión absoluta antes de que nuestro rechazo de Dios sea algo definitivo.
La segunda sección del libro, que va de los capÃtulos 17 al 27, describe lo que podemos hacer sobre la base de la provisión de Dios, la clase de vida que podemos llevar sobre esta base, pero ¡fijémonos en el orden! Dios no nos menciona nunca lo que quiere que hagamos hasta no haber expuesto totalmente la provisión. No habla nunca acerca de nuestro comportamiento hasta que no ha dejado claro el poder mediante el cual podemos actuar.
Debo admitir que nosotros con frecuencia esto lo entendemos al revés en la iglesia y se ha hecho mucho daño a las personas al insistir que deben de actuar conforme a una cierta manera, sin ofrecerles el conocimiento acerca del poder que hace posible que lo hagan. Hay ocasiones en las que, con toda sinceridad y porque las Escrituras no se han entendido bien, se enseña a la gente que es preciso que vivan según un cierto nivel antes de ser aceptables a Dios; que deben de producir y vencer, o Dios no las amará. ¡Esa es una terrible equivocación! Es una mentira de Satanás y un legalismo fatÃdico, a pesar de lo cual todos hemos participado en ello.
Pero para eso está ahà Dios para corregirlo, pero no lo hace, sino que antes nos ayuda y una vez que hemos entendido la base sobre la cual debemos de actuar, entonces deja claro la norma y cómo debemos de comportarnos.
Aquà hallamos una vez más cuatro elementos. Primero, es necesario entender la base de la integridad o de lo que es completo y la sangre es la base. Cualquiera que haya leÃdo el Antiguo Testamento sabe que en él se menciona la sangre por todas partes. Están todos esos extraños sacrificios, miles de los cuales se ofrecen todos los años, toros y carneros, cabras y ovejas, pájaros de toda clase, que se ofrecen todo el tiempo, como un verdadero rÃo de sangre que fluye por todo el Antiguo Testamento. Muchas personas, al encontrarse con este hecho dicen: "el Cristianismo más que una religión parece un matadero.
¿Por qué tanto derramamiento de sangre? Porque por este medio Dios quiere grabar en nuestra mente un hecho fundamental. Nos está diciendo que los temas relacionados con nuestra vida corren muy profundos, que solamente pueden ser resueltos por medio de la muerte, que la base de la integridad en la vida es una vida entregada, que no lo conseguiremos nunca sencillamente sobre la base de una vida natural. Tenemos que arreglárnoslas para descubrir una nueva clase de vida. ¡No podemos tener las dos cosas! La lucha que se produce en la vida cristiana es debida a que intentamos seguir aferrándonos a la antigua vida y negándonos a aceptar la nueva y la sangre nos habla acerca de este hecho.
El segundo elemento es la práctica del amor en todas las relaciones de la vida. La Biblia es intensamente práctica y no le preocupa tanto lo que hacemos en la iglesia como lo que hacemos en el hogar como resultado de haber asistido al templo. De modo que este libro trata acerca de las relaciones en el ámbito de la familia, entre amigos y en la sociedad en general, mostrándonos exactamente la clase de relación de amor que Dios hace posible que tengamos en todas estos aspectos de la vida.
El tercer elemento en esta última sección es acerca de cómo disfrutar la presencia y el poder de Dios, el hombre en relación con Dios, adorándole y ¡entusiasmado por un Dios emocionante! En este libro podemos aprender lo que representa el templo en nuestra relación con Dios y acerca de cómo pensar sobre él. ¡Lo más importante en la vida es conocer al Dios vivo que se encuentra detrás de todas las cosas!
El último elemento es una consciencia de aquellas cosas que están en juego y su importancia, aprendiendo cómo toda nuestra vida está en la balanza al llegar a este punto, sabiendo que se espera una decisión de nosotros y que hay una opción por la que nos podemos decidir. Y Dios nos coloca por fin en esa situación y nos ayuda a darnos cuenta de que en el análisis final nos va a tocar a nosotros escoger. Dios no dice nunca: "voy a hacer que llevéis una vida desgraciada sino que dice más bien, "si preferÃs sentiros angustiados y no queréis ser sanados, podéis seguir exactamente donde estáis. Pero si queréis vida, esto es lo que os espera. Dios no nos impone nunca su voluntad, pero pone ante nosotros las opciones, lo deja todo muy claro y luego espera a que reaccionemos sobre la base que nos ha dado.
Para terminar, deberÃamos volver a nuestro versÃculo clave: "Me seréis santos, porque yo, Jehová, soy santo y os he separado de los pueblos para que seáis mÃos. Y ese es, finalmente, la meta que se ha fijado Dios. Quiere que seamos suyos y aquà hay un tiempo del verbo que es muy interesante. En nuestro texto en inglés, se expresa en futuro: "seréis mÃos. Pero el hebreo lo enfoca de una manera extraña, muy diferente al inglés. Se pueden reunir estos tres tiempos del verbo en una sola palabra y es lo que encontramos en este caso. Dios está diciendo: "Fuisteis mÃos, sois mÃos y seguiréis siendo mÃos. "MÃos dice, ¡MÃos! e incluye todos los tiempos de la vida, el pasado, el presente y el futuro.
Si sigue usted esta misma idea por toda la Biblia, se encontrará con lo cierta que es. Muchos de ustedes saben, gracias a su propia experiencia, que una vez que se han hecho cristianos, que le pertenecerle a Dios, se dieron cuenta de que, en un sentido, siempre le habÃan pertenecido. El apóstol Pablo dice: "Pero cuando Dios, quien me apartó desde el vientre de mi madre.... (Gálatas 1:15) a pesar de que Pablo habÃa sido un enemigo acérrimo y una amenaza para el Cristianismo hasta que tuvo la experiencia en el camino a Damasco, pero, echando un vistazo al pasado, supo que le habÃa pertenecido a Dios desde siempre. "Me perteneces dice Dios, "¡aunque eres un enemigo, aunque estés en contra mÃa, aunque te muestres hostil a mi, aunque luches en contra mÃa, eres MIO!
Entonces, y en el tiempo presente, Dios nos ve en nuestra angustia, en nuestra condición dolorida, sintiéndonos divididos, con nuestras faltas, siendo imperfectos, y pone su mano sobre nosotros y dice: "Eres mÃo, ahora mismo, tal y como eres. Me perteneces.
Hace poco un amigo mÃo me contó una historia sobre un incidente real que creo que es un ejemplo de esto. Me contó lo que pasó en una misión de rescate de niños en una ciudad del centro del oeste hace algunos años. Los niños estaban preparando el programa y un niño pequeño, de unos cinco o seis años, con una deformidad, una joroba, tenÃa que recitar. Al atravesar el escenario para recitar su poesÃa, fue evidente que era muy tÃmido, que estaba asustado y que era muy consciente de su estado fÃsico. De hecho, era la primera vez que habÃa intentado hacer algo asà y para él fue un tremendo esfuerzo.
Otros dos crÃos se habÃan colocado en la habitación de atrás con el propósito de ridiculizar el programa. Uno de ellos le gritó al niño al cruzar el escenario: "Oye, tÃo, ¿dónde vas con ese paquete sobre la espalda? El niño se sintió completamente desmoralizado, y se quedó allà parado sollozando. Se levantó un hombre del público y se acercó hasta la plataforma. Se arrodilló junto al pequeño y puso su brazo alrededor de él y le dijo a los espectadores: "Debe de hacer falta que una persona sea muy insensible y cruel para decirle algo asà a un niño como éste, que padece algo de lo que no tiene la culpa. A pesar de esta deformidad, estaba intentando por primera vez a atreverse a salir y decir algo en público. Ese comentario le ha hecho mucho daño, pero quiero que sepan ustedes que yo le quiero tal y como es, este niño es mÃo, me pertenece y estoy orgulloso de él. Y se llevó al niño del escenario. Eso es lo que Dios nos está diciendo. El ve nuestro dolor y sufrimiento, nuestros anhelos y nuestra angustia y nos dice: "¡Eres MIO!
Pero eso no es todo. Gracias a su poder y a su sabidurÃa, Dios dice, con esa maravillosa esperanza de un padre lleno de amor: "Seréis mÃos, seréis sanados, hechos Ãntegros, con todas vuestras imperfecciones y deformidades corregidas, nuestras faltas enderezadas, eliminando vuestras iniquidades y todas vuestras relaciones embrolladas serán desenbrolladas. Seréis santos, porque yo soy santo. De eso se trata este libro, de eso se trata la Biblia, y de eso se trata Jesucristo.
No hace mucho tiempo, tuve una experiencia muy positiva, pudiendo hablar con tres personas que yo hubiera considerado absolutamente como casos desesperados hace solo dos años, cuando eran hostiles y rebeldes y tan destrozadas interiormente que no podÃan soportarse ni a sà mismos ni a los demás. Nadie podÃa realmente hablar mucho con ellos y mucho menos llegar a ellos con la verdad. Sus vidas estaban arruinadas, literalmente arruinadas, pero habÃa comenzado su curación y es evidente que no tardarán en estar curados. Dios está corrigiendo los problemas en sus vidas y es lo que está haciendo aquà con nosotros.
No sé de nada más sugestivo de esta actividad que la mesa del Señor. Este suceso nos habla de cómo Dios, en su amor, comenzó el proceso de la curación. Nos ofrece una imagen de cómo empezó a extender su mano a nosotros en la cruz, mediante el sufrimiento de Jesús, y de qué manera rompió el poder de las tinieblas y comenzó a liberarnos. Nuestro Señor Jesús nos ofreció este acontecimiento para enseñarnos el significado de estos antiguos sacrificios: una vida derramada por nosotros, una vida entregada a fin de que pudiésemos tener una nueva base en nuestra vida, para que podamos ser suyos.
Copyright © 1995 Discovery Publishing
LEVITICO: EL CAMINO DE LA SANIDAD