
LOS 400 AÑOS ENTRE EL ANTIGUOY EL NUEVO TESTAMENTO
Al final del libro de MalaquÃas en el Antiguo Testamento, la nación de Israel se encuentra de nuevo en la tierra de Palestina después de la cautividad babilonia, pero se encuentran bajo el dominio de la gran potencia mundial de aquella época, el imperio persa y medopersa. El templo habÃa sido restaurado en Jerusalén, aunque era un edificio mucho más pequeño que el que construyó y decoró Salomón con tan maravillosa gloria.
En el templo la lÃnea de Aarón seguÃa adorando y cumpliendo los rituales sagrados, como les habÃa ordenado que hicieses la ley de Moisés. HabÃa una lÃnea directa de descendencia en el sacerdocio que podÃa trazarse retrospectivamente hasta Aarón.
Pero la lÃnea real de David se habÃa encontrado con una mala época. El pueblo sabÃa quién era el sucesor legÃtimo de David y su nombre aparece en los libros de Hageo, ZacarÃas y MalaquÃas. Era Zorobabel, el prÃncipe real, pero no habÃa un rey ocupando el trono de Israel y eran una nación marioneta, bajo el dominio de Persia. Sin embargo, a pesar de encontrarse en una situación de debilidad y de formalismo, como nos han mostrado los profetas, el pueblo seguÃa manteniéndose unido. No habÃa cismas polÃticos ni facciones entre ellos, ni estaban tampoco divididos en grupos o en partidos.
Al abrir el Nuevo Testamento en el libro de Mateo, descubrimos un ambiente totalmente diferente, casi como si fuese un mundo distinto. Roma es el poder dominante en la tierra y las legiones romanas se han extendido por todo lo ancho y largo del mundo civilizado. El centro de poder ha cambiado del este al oeste, a Roma. Palestina sigue siendo un estado marioneta, pues los judÃos no lograron nunca recuperar su soberanÃa, pero ahora hay un rey que ocupa el trono, pero este rey es descendiente de Esaú en lugar de serlo de Jacob, y su nombre es Herodes el Grande. Además, los sumos sacerdotes que son en esa época la autoridad religiosa en la nación no son ya descendientes pertenecientes a la lÃnea de Aarón. No pueden trazar su descendencia a él, sino que son más bien sacerdotes contratados para los cuales su puesto se debe al patrocinio polÃtico. El templo sigue siendo el centro de la adoración judÃa, a pesar de que el edificio ha sido parcialmente destruido y reconstruido media docena de veces desde el final del Antiguo Testamento. Pero han aparecido las sinagogas por todas las ciudades judÃas parecen ser el centro de la vida judÃa más que el templo.
Para entonces el pueblo de Israel estaba dividido en tres partidos principales. Dos de ellos, los fariseos y los saduceos, eran mucho más destacados que el tercero. El grupo más reducido, el de los esenos, a penas merecÃa el nombre de partido. Sin embargo, hace mucho tiempo que ocuparon un lugar de gran prominencia en nuestro tiempo con una mayor importancia porque habÃa algunos documentos ocultos en unas cuevas que daban sobre el Mar Muerto, documentos que salieron de nuevo a la luz al descubrirlos accidentalmente un pastorcillo árabe y se conocen como los Rollos del Mar Muerto.
Ahora bien, ¿qué sucedió durante estos cuatrocientos años llamados "de silencio después de que los últimos profetas inspirados y los primeros escritores del Nuevo Testamento comenzasen a escribir? Recordarán ustedes lo que dijo Pablo en su epÃstola a los Gálatas donde dice: "Cuando vino la plenitud del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley. (Gál. 4:4) En otras palabras, el momento del nacimiento del Señor fue la hora fijada por Dios, el momento para el que Dios llevaba mucho tiempo preparándose. Sin embargo, algunos de los emocionantes preparativos tuvieron lugar durante ese tiempo de "silencio, y entenderán ustedes mucho mejor su Nuevo Testamento si entienden algo de los acontecimientos históricos que sucedieron durante el tiempo entre los Testamentos.
Después de que MalaquÃas acabase sus profecÃas y se cerraba el canon del Antiguo Testamento, es decir, cuando se cumplÃa el número de los libro del Antiguo Testamento y los profetas inspirados dejaron de hablar, Dios permitió que transcurriese un perÃodo de tiempo para que las enseñanzas del Antiguo Testamento penetrasen por todo el mundo. Durante este tiempo, hizo una nueva disposición de las escenas de la historia, de una manera muy parecida a como los encargados de un escenario de teatro preparan el escenario antes de que caiga el telón y cuando se levanta de nuevo hay una escena completamente distinta.
Alrededor del año 435 a. de C., cuando el profeta MalaquÃas dejó de escribir, el centro de la potencia mundial comenzó a cambiar de oriente a occidente. Hasta ese momento, Babilonia habÃa sido la principal potencia mundial, pero a esto siguió rápidamente el Imperio Medopersa, como recordarán ustedes de sus estudios de historia antigua. Este cambio habÃa sido anunciado por el profeta Daniel, que dijo que se levantarÃa un oso que serÃa más alto en un lado que en otro, representando la división entre Media y Persia, con el predominio de los persas (Dan. 7:5).
En el momento más álgido de la potencia persa se irguió la nación de Macedonia (que actualmente conocemos como Grecia) al norte del Mar Negro, donde un hombre llamado Felipe el macedonio, se convirtió en dirigente de su propio paÃs. Unió las islas de Grecia y se convirtió en su gobernador. Su hijo estaba destinado a convertirse en uno de los más importantes dirigentes mundiales de todos los tiempos y fue Alejandro Magno. En el 330 a. de C. una terrible batalla entre los persas y los griegos cambió radicalmente el curso de la historia. En esa batalla, Alejandro, que era un joven de solo veinte años, llevó a los ejércitos de Grecia a la victoria sobre los persas y destruyó por completo el poder de Persia. El centro del poder mundial cambió más aún para concentrarse en la parte oeste de Grecia y asà comenzó el imperio griego.
Un año después de esa batalla histórica, Alejandro Magno guió a sus ejércitos hasta el mundo sirio en dirección a Egipto. De camino, planeó sitiar la ciudad de Jerusalén. Al acercarse los ejércitos victoriosos a esa ciudad, les llegó noticia a los judÃos que estaban en Jerusalén de que los ejércitos venÃan de camino. El que era sumo sacerdote en aquel tiempo, que era un hombre santo llamado Jadua (al que por cierto se le menciona en la Biblia, en el libro de NehemÃas) cogió los escritos sagrados del profeta Daniel y, acompañado por un grupo de sacerdotes ataviado con sus vestiduras blancas, fue y se encontró con Alejandro a cierta distancia de la ciudad.
Todo esto es del informe de Josefo, el historiador judÃo, que nos dice que Alejandro dejó a sus ejércitos y fue apresuradamente a encontrarse con aquel grupo de sacerdotes. Cuando se encontró con ellos, le dijo al sumo sacerdote que habÃa tenido una visión la noche anterior en la que Dios le habÃa mostrado a un anciano, vestido con vestiduras blancas, que habrÃa de mostrarle algo de gran importancia para él, y según el relato, el sumo sacerdote abrió el libro de las profecÃas de Daniel y se las leyó a Alejandro.
En las profecÃas Alejandro pudo ver las predicciones que le anunciaban que habrÃa de convertirse en esa notable cabra con el cuerno en la frente, que procederÃa del oeste y que destrozarÃa el poder medopersa y conquistarÃa el mundo. Se sintió tan abrumado por la exactitud de las profecÃas y, como es natural, por el hecho de que se refiriesen a él, que prometió que salvarÃa a Jerusalén del sitio y envió de regreso al sumo sacerdote con honores. ¡Lo cierto que pueda ser este relato, después del tiempo que ha transcurrido, es muy difÃcil saberlo, pero sea como fuere, eso es lo que se cuenta!
Alejandro murió en el año 323 a. de C., cuando tenÃa más o menos treinta y tres años. Bebió tanto que murió en lo mejor de su vida, entristecido por no tener más mundos que conquistar. Después de su muerte, su imperio quedó destrozado por causa de las disensiones y debido a que no habÃa dejado heredero. Su hijo habÃa sido asesinado con anterioridad, por lo que no hubo quien heredase el imperio de Alejandro.
Sin embargo, después de algún tiempo los cuatro generales que habÃan dirigido sus ejércitos dividieron su imperio entre ellos. Dos de ellos son especialmente importantes para nosotros. Uno de ellos fue Ptolomeo, que consiguió Egipto y los paÃses del norte de Africa; el otro fue Seleuco, que ganó Siria, al norte de Palestina. Durante este tiempo Palestina fue anexada por Egipto y sufrió grandemente a manos de Ptolomeo. De hecho, durante los próximos cien años, Palestina se vio atrapada como en una picadora de carne por causa de los interminables conflictos entre Siria al norte y Egipto al sur.
Si han leÃdo ustedes las profecÃas de Daniel, recordarán que Daniel pudo, por inspiración, ofrecer un relato muy exacto y detallado de los puntos más destacados de estos años de conflicto entre el rey del norte (Siria) y el del sur (Egipto). El capÃtulo 11 de Daniel nos ofrece un relato de lo más asombrosamente exacto de algo que ya hace mucho que se ha cumplido. Si quieren ver ustedes hasta qué punto es exacta la profecÃa, les sugiero que comparen ese capÃtulo de Daniel con la evidencia histórica de lo que pasó efectivamente en esa época. El breve libro, escrito por H.A. Ironside, "The Four Hundred Silent Years (Los Cuatrocientos Años de Silencio) lo expone con bastante detalle.
Durante este tiempo habÃa ido en aumento la influencia griega en Palestina y surgió un partido entre los judÃos llamado los helenistas, que estaban ansiosos por introducir en la nación la cultura y el pensamiento griego, asà como por liberalizar algunas de las leyes judÃas. Esto provocó una división en dos de los principales partidos. Estaban aquellos que eran fuertes nacionalistas hebreos, que deseaban conservarlo todo conforme al orden mosaico y que se resistÃan a toda influencia extranjera que se introducÃan para desorganizar las antiguas costumbres judÃas. Este partido acabó por ser conocido como los fariseos, que quiere decir "separar y que eran separatistas e insistÃan en conservar las tradiciones. Estos se fueron haciendo cada vez más fuertes, más legalistas y rÃgidos en sus requisitos, hasta convertirse en el blanco de algunas de las palabras más ardientes que jamás pronunció el Señor. Se habÃan convertido en los religiosos hipócritas, que guardaban la forma exterior de la ley, pero violaban completamente su espÃritu.
Por otro lado, los helenistas, aquellos a los que le gustaba todo lo griego, se volvieron cada vez más influyentes en la polÃtica de la tierra y formaban el partido conocido en los tiempos del Nuevo Testamento como los saduceos o liberales. Estos se apartaban del cumplimiento rÃgido de la ley y se convirtieron en los racionalistas de aquella época, sin creer para nada en la ley sobrenatural. En el Nuevo Testamento se nos dice que vinieron repetidamente al Señor haciéndole preguntas acerca de lo sobrenatural como: "¿Qué sucederá a la mujer que haya estado casada con siete hombres diferentes? En la resurrección, ¿de cuál de los siete será mujer? (Mat. 22:23-33) Ellos no creÃan en la resurrección, pero al hacerle estas preguntas lo que pretendÃan realmente era poner a Jesús en un aprieto.
Estaba también el joven sacerdote judÃo rebelde, que estaba casado con una samaritana, que fue a Samaria y en rebeldÃa contra las leyes judÃas, construyó un templo en el Monte Gerizim que rivalizó con el templo que estaba en Jerusalén. Esto produjo una intensa y fanática rivalidad entre los judÃos y los samaritanos y esta rivalidad se ve también reflejada en el Nuevo Testamento.
Además durante ese tiempo, las escrituras hebreas fueron traducidas por primera vez a otro idioma alrededor del 284 a. de C. en Egipto, bajo el reino de uno de los Ptolomeos. El rey egipcio convocó a un grupo de 70 eruditos para que hiciesen una traducción de las escrituras hebreas. Libro tras libro tradujeron el Antiguo Testamento al griego. Cuando la terminaron, se le dio el nombre de Septuaginta, que significa 70 por el número de los que las tradujeron y esta se convirtió en la versión griega de la Biblia hebrea. De ellas se derivan muchas de las citas del Nuevo Testamento y por eso es por lo que las citas que hay en el Nuevo Testamento sacadas del Antiguo están en ocasiones expresadas con diferentes palabras, porque proceden de la traducción griega. La Septuaginta sigue existiendo actualmente y se usa extensamente en diferentes partes del mundo y sigue además siendo un documento muy importante.
Poco tiempo después, alrededor del 203 a. de C. un rey llamado Antioco el Grande llegó al poder en Siria, al norte de Palestina. Capturó Jerusalén de los egipcios y comenzó el reinado de la potencia siria sobre Palestina. TenÃa dos hijos, uno de los cuales le sucedió y reinó solo unos pocos años. Cuando falleció, su hermano ocupó el trono. Este hombre, llamado Antioco Epifanes, se convirtió en uno de los más viciosos y violentos perseguidores de los judÃos que jamás se han conocido. De hecho, se le ha llamado con frecuencia el anticristo del Antiguo Testamento porque en él se cumplen algunas de las predicciones de Daniel con respecto a uno que habrÃa de ser "una persona despreciable y un "rey vil. Su nombre (que se concedió modestamente a sà mismo) significa "Antioco el Ilustre. Sin embargo, es evidente que algunos de sus propios cortesanos estaban de acuerdo con las profecÃas de Daniel y cambiaron dos letras de su tÃtulo, de Epifanes a Epipanes, que significa "el loco.
Su primer acto consistió en deponer al sumo sacerdote de Jerusalén, poniendo de este modo fin a la larga lÃnea de sucesión, comenzando con Aarón y sus hijos a lo largo de muchos siglos de la lÃnea judÃa. Onias el Tercero fue el último de esta lÃnea hereditaria de sacerdotes. Antioco Epifanes vendió el sacerdocio a Jasón, que no pertenecÃa a la lÃnea sacerdotal. Jasón, a su vez, fue engañado por su hermano menor Menelao, que compró el sacerdocio y a continuación vendió las vasijas de oro del templo con el fin de conseguir el dinero necesario para el tributo. Epifanes derrocó a la lÃnea sacerdotal autorizada por Dios y luego y bajo su reinado, la ciudad de Jerusalén y todos los ritos religiosos de los judÃos comenzaron a deteriorarse al quedar completamente bajo el poder del rey sirio.
En el 171 a. de C. Antioco invadió Egipto y Palestina se vio nuevamente envuelta en una gran rivalidad. Palestina es el paÃs por el cual se han producido más luchas y Jerusalén ha sido la ciudad que más veces ha sido capturada durante el curso de la historia. Ha sufrido saqueos, secuestros, ha sido quemada y destruida 27 veces en su historia.
Mientras Antioco estaba en Egipto, se informó que le habÃan matado en la batalla y Jerusalén se alegró de la noticia. El pueblo organizó una revuelta y derrotaron a Menelao, el pseudosacerdote. Cuando le llegó la noticia a Antioco (que estaba vivo y colean do en Egipto) de que Jerusalén estaba encantada con el informe de su muerte, organizó sus ejércitos y asoló la tierra como una furia, cayendo sobre Jerusalén con una terrible venganza.
Derribó la ciudad, recuperó su poder y guiado por el traicionero Menelao, se introdujo en el lugar santÃsimo del templo mismo. Murieron unas 40.000 personas en tres dÃas de luchas durante esa terrible época. Cuando se abrió camino por la fuerza en el lugar santÃsimo, destruyó los rollos de la ley y, ante el espanto de los judÃos, cogió una cerda y la ofrendó sobre el altar sagrado. Y luego con el caldo hecho de la carne de este animal impuro, roció todo lo que habÃa en el templo, profanando y transgrediendo de ese modo el santuario. Es imposible para nosotros captar lo espantoso que era eso para los judÃos, que se quedaron totalmente consternados de que nada por el estilo pudiese suceder en su templo sagrado.
Fue el acto de profanar el templo a lo que se refiere el Señor Jesús como la "abominación desoladora que habÃa anunciado Daniel (Mat. 24:15) y que se convirtió además en una señal de la futura abominación del templo, cuando el anticristo mismo entrarÃa en el templo, llamándose a sà mismo Dios, y de ese modo profanarÃa el templo en esa época. Como sabemos por lo que dice el Nuevo Testamento, eso es algo que aún se encuentra en el futuro.
El profeta Daniel dijo que el santuario serÃa profanado durante 2.300 dÃas (Dan. 8:14) Perfectamente de acuerdo con esa profecÃa, fueron exactamente 2.300 dÃas, seis años y medio, antes de que el templo fuese purificado. Fue limpiado durante el liderazgo de un hombre que ahora es famoso y que pertenece a la historia judÃa, Judas Macabeo. PertenecÃa a la lÃnea sacerdotal que, juntamente con su padre y sus cuatro hermanos, se levantó en una revuelta en contra del rey sirio. Llamaron la atención de los israelitas, les pidieron que les siguiesen en la batalla, y en una serie de batallas de confrontación en la que fueron siempre una minoria abrumadora, derrocaron el poder de los reyes sirios, capturaron Jerusalén y limpiaron el templo. El dÃa en que limpiaron el templo fue llamado el dÃa de la dedicación y eso sucedió el 25 de Diciembre. En aquel dÃa los judÃos celebrarán cada año la Fiesta de la Dedicación.
Los macabeos, que pertenecÃan a la familia de los asmoneos, fueron el principio de una lÃnea de sumos sacerdotes conocida como la DinastÃa Asmonea. Sus hijos, durante las próximas tres o cuatro generaciones, gobernaron como sacerdotes en Jerusalén, teniendo que defenderse todo el tiempo contra el constante asalto del ejército sirio, que intentaba capturar la ciudad y el templo. Durante los dÃas de los macabeos se produjo un derrocamiento temporal del dominio extranjero, que es el motivo por el cual los judÃos piensan en ese tiempo y lo consideran con tan grande veneración.
Durante ese tiempo, uno de los sacerdotes asmoneos crearon una liga con un creciente poder en el oeste, en Roma, firmando un tratado con el Senado de Roma, proveyendo ayuda en caso de que se produjera un ataque sirio. Aunque el tratado se hizo con toda seriedad y sinceridad, fue este pacto lo que hizo que Roma se introdujese en el escenario y en la historia de Israel.
Mientras las batallas entre los dos bandos contrarios se volvÃan cada vez más cruentas, Roma se mantenÃa atenta. Finalmente, el gobernador de Idumea, un hombre llamado Antipater y descendiente de Esaú, hizo un pacto con dos de los reyes de las naciones vecinas y atacó Jerusalén para intentar derrotar a la autoridad de los sumo sacerdotes asmoneos. Esta batalla fue tan fiera que finalmente a Pompeyo, el general romano, que casualmente tenÃa un ejército en Damasco en esa época, le suplicaron los dos partidos que fuese e interviniese. Un lado tenÃa un poco más dinero que el otro y dejándose convencer por ese argumento lógico Pompeyo vino de Damasco, entró en la ciudad de Jerusalén, de nuevo con una terrible matanza, venció a la ciudad y la capturó para Roma. Eso sucedió en el 63 a. de C. A partir de entonces, Palestina se encontró bajo la autoridad y el poder de Roma.
En esos momentos Pompeyo y el Senado Romano nombraron a Antipater como Procurador de Judea y él a su vez convirtió a sus dos hijos en reyes de Galilea y de Judea. Al hijo que se convirtió en rey de Judea se le conoce como Herodes el Grande. ("Jesús nació en Belén de Judea, en dÃas del rey Herodes. Y he aquà unos magos vinieron del oriente a Jerusalén preguntando ¿Dónde está el rey de los judÃos que ha nacido?,) (Mat. 2:1,2)
Entretanto, los imperios paganos de alrededor se habÃan estado deteriorando y desintegrando. Su religión se habÃa encontrado con tiempos difÃciles. Las gentes estaban hartas del politeÃsmo y del vacÃo de sus creencias paganas. Los judÃos habÃan pasado por tiempos de presión y no habÃan conseguido establecerse de nuevo, habiendo perdido toda esperanza. HabÃa un ambiente de expectación creciente, en el sentido de que la única esperanza que les quedaba era la venida, por fin, del MesÃas prometido. En el este, los imperios orientales habÃan llegado a la situación en que la sabidurÃa y el conocimiento del pasado se habÃa esfumado y también ellos estaban buscando algo. Cuando llegó el momento en que apareció la estrella sobre Belén, los magos del este, que buscaban una respuesta a sus problemas, la vieron de inmediato y salieron con el fin de buscar a Aquel al que apuntaba la estrella. Por ello, "cuando llegó por fin el tiempo, Dios envió a su Hijo.
Es realmente asombroso de qué modo Dios se vale de la historia para llevar a cabo sus propósitos. Aunque estamos viviendo en dÃas que podÃamos llamar "el silencio de Dios cuando durante casi 2.000 años no se ha escuchado la voz inspirada de Dios, hemos de mirar atrás, como lo hicieron otros durante esos 400 años de silencio, a la historia inspirada y darnos cuenta de que Dios ha dicho ya todo cuanto era necesario decir, por medio del Antiguo y del Nuevo Testamentos. No cabe duda de que los propósitos de Dios no se han acabado aún, pues él los está llevando a cabo tan plenamente ahora como lo hizo en aquellos dÃas. De la misma manera que era preciso que el mundo llegase a una situación de absoluta falta de esperanza entonces, y el que habrÃa de convertir en realidad todas sus esperanzas apareció entre ellos, el mundo se enfrenta de nuevo con un tiempo en el que la desesperación se está extendiendo por toda la tierra. Por todas partes reina la desesperación y Dios se está moviendo en estos tiempos para hacer que se cumplan las palabras proféticas acerca de la segunda venida de su Hijo al mundo con el fin de establecer su reino. ¿Durante cuánto tiempo? ¿Cuánto falta? ¿Quién lo sabe? Pero lo que Dios ha hecho en la historia, volverá a hacerlo al acercarnos al final del "silencio de Dios.
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