
EL EVANGELIO DE MARCOS: VINO A SERVIR
El Evangelio de Marcos, el segundo libro del Nuevo Testamento, solo tiene 16 cortos capÃtulos, es el más breve de los Evangelios y, por lo tanto, fácil de leer de una sentada. Su brevedad es posiblemente el motivo por el que es el libro del Nuevo Testamento que con más frecuencia se traduce. Tengo entendido que los traductores de Wycliffe empiezan, casi de modo invariable, su labor de traducción con el Evangelio de Marcos porque es tan corto y relata toda la historia en un breve compás.
Este Evangelio tiene un ambiente totalmente diferente del de Mateo. Si lee usted Lucas y Juan, se dará cuenta de que son igualmente diferentes a los de Mateo y Marcos. Los tres primeros, Mateo, Marcos y Lucas son semejantes entre sà y diferentes al de Juan. Sin embargo, todos son diferentes.
Hay un motivo para que asà sea y ha sido deliberadamente diseñada por el EspÃritu Santo. Si creemos que estos cuatro Evangelios son cuatro biografÃas del Señor cometemos una equivocación. No son biografÃas ni mucho menos, son bocetos de su personalidad, que pretenden ser diferentes y ofrecer distintos puntos de vista. Por lo tanto, constituyen cuatro puntos de vista distintos de nuestro Señor y de su obra.
El Evangelio de Mateo fue escrito para presentar a Cristo como Rey, el de Marcos presenta su personalidad como siervo, el de Lucas le presenta como el Hijo del hombre, como el hombre en su humanidad esencial. El Evangelio de Juan le presenta como el Hijo de Dios, con su deidad, y en él hallamos las más importantes afirmaciones de su deidad.
Alguien ha dicho bastante acertadamente que hasta la ropa que llevaba el Señor lo indica asÃ. Su manto es la señal de que era un rey, porque en aquellos tiempos el rey llevaba un manto, como lo hacen los reyes actualmente. La toalla con la que se ceñÃa al lavarle los pies a sus discÃpulos durante la cena del Señor es la señal del siervo. El hecho de que su manto fuese sin costura es una señal de su humanidad, perfecta, sin mácula, sin costuras, no la unión de dos cosas, sino de una humanidad perfecta e inquebrantable. El hecho de que en el Monte de la Transfiguración se convirtiese en una túnica brillante es la señal de su divinidad, su deidad , y la gloria de Dios se ve envuelta por un templo humano, haciendo posible que Juan escribiese acerca de él: "Y contemplamos su gloria, gloria como del unigénito del Padre. (Juan 1:13) Vino e hizo su tabernáculo entre nosotros, pero a pesar de ello en esa tienda humana, pudo brillar la gloria de Dios.
Vale también la pena darse cuenta de que aquellos que habÃan de recibir estos evangelios eran personas muy diferentes. Mateo escribió su Evangelio dirigiéndolo principalmente a los judÃos y está lleno de referencia y citas del Antiguo Testamento. En él encontramos el cumplimiento de la fiesta del sacrificio que conocÃan tan bien los judÃos, pero Marcos escribe su Evangelio pensando en la mentalidad romana. Este es el Evangelio que más palabras latinas tiene, es el Evangelio de la prisa y de la acción, caracterÃsticas de Roma.
Lucas escribe para la mente griega, la mente filosófica. Aquà tenemos la manera familiar de hablar del Señor, al sentarse con sus discÃpulos para tener una Ãntima comunión con ellos, cosa que les encantaba a los griegos. Aquà tenemos sus discursos filosóficos, sus pronunciamientos y las representaciones de sus pensamientos y sabidurÃa como hombre. Pero Juan escribe para el cristiano y, por lo tanto, el evangelio de Juan es el más querido para los corazones cristianos. En él hallamos enfatizada la deidad de Cristo, la enseñanza del rapto de la iglesia que se destaca por primera vez. La esperanza de la Iglesia y la intimidad de la comunión entre el Señor y los suyos, y el ministerio del EspÃritu Santo, son todos ellos temas que enfatiza Juan en su Evangelio. Por lo tanto, hay cuatro propósitos diferentes para escribir estos Evangelios.
Esto también es cierto de la obra de Cristo, pues la cruz tiene también cuatro aspectos. Si conoce usted bien las enseñanzas del Antiguo Testamento acerca de las fiestas de Israel, recordará usted que se destacaban cinco de ellas de modo especial y están reflejadas en los Evangelios. Una de las cinco, la ofrenda por el pecado, se refleja en el Evangelio de Mateo, donde encontramos el sacrificio de nuestro Señor y su efecto sobre el pecado humano. En Marcos se enfatiza la ofrenda por las transgresiones; es decir, el efecto del pecado, su manifestación, los hechos de los hombres. En Lucas tenemos las respuestas a la ofrenda de paz.
El holocausto lo encontramos en Juan. Para Israel el holocausto era la expresión de una absoluta y total dedicación y devoción, de la entrega a la obra de Dios. Era preciso que se consumiese toda la ofrenda del holocausto, sin que quedase ni una chispa y el sacerdote no comÃa ni una parte de ella. Todo ello habla de una vida entregada por completo a Dios. En el Evangelio de Juan hallamos un maravilloso ejemplo de ello, donde tenemos la devoción de nuestro Señor, de cómo complace a su Padre. Las cuatro hablan acerca de la ofrenda de los alimentos, la perfecta humanidad de nuestro Señor, que no tenÃa pecado.
Pero si sabe usted algunas cosas acerca de los Evangelios, explicará algunas de las preguntas que se hacen en ocasiones. Por ejemplo, ¿por qué en el Evangelio de Juan no aparece el relato de la lucha que tuvo nuestro Señor en Getseman� Se encuentra constancia de lo acontecido en Getsemanà en los Evangelios de Mateo y de Marcos, pero no se hace mención alguna de ello en el de Juan. Es porque en el huerto clamó y preguntó al Padre: "si es posible, pase de mi esta copa. No es que el Hijo de Dios cuestione al Padre, pero esto lo hace como hombre y, por ello, el relato se encuentra principalmente en el Evangelio de Lucas, donde se le presenta como hombre, y tenemos más detalles sobre su lucha humana, pero es en Juan, donde se le presenta como el Hijo de Dios, se ha eliminado el relato. Ese es el motivo por el que también en Mateo, se dice que los sabios vinieron para presentarle sus ofrendas, mientras que en Lucas lo que se cuenta es la venida de los pastores. Tanto los unos como los otros vinieron, pero Mateo es el Evangelio del Rey y los sabios trajeron ofrendas que eran dignas de un rey, pero los pastorcillos, que eran hombres perfectamente corrientes, fueron a ver al hombre perfecto, al que vino para ser uno de nosotros, igual a nosotros, poniéndose a nuestro mismo nivel. Y eso fue lo que enfatizó Lucas.
¿Por qué no se relata la ascensión de nuestro Señor en Mateo? Bueno, porque como Rey, vino para gobernar la tierra. El énfasis de Mateo es sobre el reino terrenal. "Sea hecha tu voluntad en la tierra como en el cielo. La ascensión no se menciona en Juan porque Jesús es el Hijo de Dios, y Dios está en todas partes. El es omnipresente y no va de la tierra al cielo ni vice versa y, por lo tanto, no hay relato de su ascensión en Juan.
¿Por qué en Marcos y en Juan no hay genealogÃa de nuestro Señor? Hay una genealogÃa tanto en Mateo como en Lucas, pero no en Marcos ni en Juan. La verdad es que los reyes necesitan las genealogÃas porque es preciso que conozcamos la descendencia de la lÃnea real. El hombre está interesado en su linaje, por ello tenemos la genealogÃa en Lucas, pero a nadie le importa el linaje de un siervo y Dios no tiene linaje y, por lo tanto, no hay genealogÃa ni en Marcos ni en Juan. Todo ello muestra la supervisión del EspÃritu Santo. Estos Evangelios no son meras copias, que se base una en otra, como nos dicen los crÃticos, sino que han sido diseñadas por el EspÃritu Santo para que representen, de modo especial, los diferentes aspectos del Señor Jesús.
Con esto llegamos al Evangelio de Marcos. El autor era un hombre joven llamado Juan Marcos, el joven que acompañó a Pablo en su primer viaje misionero y resultó ser un siervo poco fiel, que no pudo soportar las tensiones por lo que regresó a su casa. Es interesante que el EspÃritu Santo escogiese a este hombre, un siervo que no habÃa sido fiel, para que dejase constancia de la fidelidad del Siervo de Dios, el Señor Jesús. Marcos fue compañero de Pedro y, por lo tanto, el Evangelio de Marcos contiene principalmente los pensamientos, enseñanzas y puntos de vista de Pedro. Mateo era un discÃpulo, Lucas tuvo su Evangelio por medio del Apóstol Pablo, Juan era un discÃpulo, pero Pedro no escribió nada al menos en lo que a Evangelios se refiere. Por medio de su hijo en la fe, Marcos, llegó hasta nosotros el Evangelio según Pedro.
En el capÃtulo 10 de Hechos, Pedro nos ofrece un breve resumen de todo cuanto ha quedado constancia en el Evangelio de Marcos. Hablando en casa de Cornelio, leemos que Pedro, que estaba entre ellos, y les dijo: "Me refiero a Jesús de Nazaret y a cómo Dios le ungió con el EspÃritu Santo y con poder. El anduvo haciendo el bien y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él. (Hechos 10:38)
Si desea usted conocer personalmente a Marcos, lea el capÃtulo 14 de este pequeño Evangelio en el que se ofrece un relato acerca de Marcos, que estaba entre los discÃpulos. Este es el relato de la pasión de nuestro Señor al dirigirse hacia la cruz, después de haber sido detenido en el JardÃn de GetsemanÃ. En medio de la historia, leemos de repente estas palabras (versÃculo 51):
"Pero cierto joven, habiendo cubierto su cuerpo desnudo con una sábana, le seguÃa; y le prendieron. Pero él, dejando la sábana, huyó desnudo."
Ningún otro Evangelio nos dice eso y es casi seguro que este joven era Marcos. Era hijo de una mujer rica de Jerusalén y es muy factible que su madre fuese dueña de la casa en la que se reunÃan los discÃpulos en el aposento alto. Por lo tanto, Marcos estaba presente en algunos de esos acontecimientos. Es casi seguro que se incluye este incidente porque él mismo participo en él.
El Evangelio entero ha sido resumido en la frase acerca del Señor en el capÃtulo 10:
"El Hijo del hombre tampoco vino para ser servido, sino para servir...Ese es el siervo, que ha venido para dar su vida en rescate por muchos, o como dicen algunas versiones "no para que le ministrasen a él, sino para ministrar él y dar su vida en rescate por muchos. En este corto versÃculo, tenemos las divisiones del Evangelio de Marcos.
Hay una breve sección introductoria que presenta las credenciales del siervo en los primeros 13 versÃculos del capÃtulo 1. Después de esto, está el ministerio del siervo, del capÃtulo 1, versÃculo 14 al capÃtulo 8, versÃculo 30. El resto del libro tiene que ver con la obra redentora del siervo.
En la sección del ministerio del siervo se enfatizan principalmente dos cosas. Primero, la autoridad del siervo. Aquellos que le escuchaban se quedaban asombrados diciendo: "porque les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas. Sus palabras llegan al fondo del corazón y eso es debido a que como siervo conocÃa los secretos de Dios. Saca de la tesorerÃa de Dios los secretos y los da a conocer a los hombres. Como nosotros somos hombres, escuchamos sus palabras con un sentido de conciencia de que esto es realidad. Hay una nota de veracidad en lo que dice que tiene su propio poder de convicción y por eso es por lo que los Evangelios y las palabras de nuestro Señor, al leerlas, tienen en sà tal poder de convicción para los hombres.
Los escribas y los fariseos tenÃan una constante necesidad de reforzarse a sà mismos por medio de referencias a las autoridades y citas de otros, pero no a nuestro Señor. No citaban nunca nada de las Escrituras, pero El habla siempre con la palabra definitiva de autoridad, sin pedir nunca perdón, sin cometer nunca un error y sin repetirse, sino hablando siempre con una absoluta autoridad.
En esta sección se enfatiza su autoridad sobre los poderes de las tinieblas y el mundo de los demonios. La fiesta de Halloween representa la conciencia del hombre con respecto a la existencia de los espÃritus del mal, que ha sido distorsionada y cambiada para convertirse en un panteón de duendes, fantasmas y brujas, que cabalgan sobre sus escobas, que es básicamente un esfuerzo por destruir su efectividad entre los hombres. Tras esta fachada de humor circense está la realidad del mundo de los poderes demoniacos, que controlan y afectan las mentes de los hombres.
Al leer el Evangelio de Marcos, vemos una y otra vez la autoridad del Siervo de Dios sobre las misteriosas fuerzas de las tinieblas. El mundo de lo oculto estaba abierto para él, que conocÃa los poderes negros, las ocultas pasiones que funcionan tras el escenario en el pensamiento y en las mentes de los hombres. Los poderes demoniacos "o espÃritus de seducción como los llamarÃa posteriormente Pablo.
Por lo tanto, el poder que tenÃa para enseñar tenÃa su origen en su entendimientos de las mentes y los corazones de los hombres (recuerde que Juan dice que ningún hombre tenÃa necesidad de decirle nada acerca de los hombres porque él les conocÃa). Debido a que sabe lo que hay en el hombre, es el mejor psicólogo del mundo. Conoce nuestra estructura básica y todo lo que Dios pretendÃa que se hallase en el corazón y en la vida humana. Por eso es por lo que analiza de una manera tan exacta y por lo que su enseñanza tiene poder.
Al seguir leyendo el Evangelio de Marcos, se dará usted cuenta de que los poderes demoniacos poseen extrañas habilidades que influencian a los hombres de maneras extraordinarias, y es evidente que dicha influencia es siempre negativa. Tienen, por ejemplo, el poder de aislar a los hombres unos de otros, enloquecer a los hombres en el desierto para que vivan solos, para que se aÃslen del resto de la humanidad. Tienen el poder para convertirle en un ser humano anárquico, con el puño levantado en contra de otros hombres y su rostro endurecido contra el mundo. La anarquÃa es siempre la señal de la influencia demoniaca.
Tienen el poder de atormentar a los hombres y hacer que se torturen a sà mismos. Al describir a una persona demoniaca en el Evangelio, Marcos dice que estaba "fuera de sÃ. Esa es una frase altamente significativa, ¿no es cierto? ImagÃnese a sà mismo fuera de sÃ, con una personalidad dividida. En otras palabras, un esquizofrénico, separado de sà mismo y en contra de sà mismo. Esta es una de las señales de la influencia demoniaca. Finalmente, tienen el poder de hacer que los hombres se conviertan en una amenaza para la sociedad, de que luchen contra toda la estructura social de su época, pero nuestro Señor tenÃa absoluto poder sobre estas influencias.
Marcos revela además su poder contra la enfermedad. El primer relato de cómo obraba su poder es la curación de la suegra de Pedro. Para mi eso ha sido siempre algo muy conmovedor. Es significativo que comenzase con una suegra. Hacemos muchos chistes sobre las suegras, pero es evidente que Pedro estaba muy preocupado por ello. Nuestro Señor tocó su fiebre y la abandonó. Y entonces se reunió todo el pueblo a la puerta y él sanó a cada uno de ellos.
El próximo relato es el de un leproso. Con él hizo lo nunca visto, no solamente le sanó, sino que le tocó. Tengamos en cuenta que en aquella época nadie tocaba a los leprosos. La ley de Moisés prohibÃa que les tocasen y ellos tenÃan que ir gritando "¡Impuro! ¡Impuro! A nadie se le ocurrirÃa para nada tocar a un leproso, pero la compasión del corazón del siervo se revela en que le toca, le sana y le envÃa al sacerdote, el primer caso en todas las Escrituras de un leproso que es sanado conforme a la ley de Moisés y es enviado al sacerdote, como exigÃa la ley.
Como un segundo énfasis, el Evangelio de Marcos destaca diferentes actitudes hacia nuestro Señor, que resultaron evidentes al ir desarrollándose su ministerio entre los hombres. El siervo afecta siempre a las personas. Al llevar a cabo su ministerio fue haciendo el bien y los hombres adoptaron ciertas actitudes para con él.
En Nazaret, su ciudad natal, se sintieron ofendidos por él y no se sintieron demasiado satisfechos con lo que dijo. QuerÃan que él hiciese milagros, pero no hizo ninguno, sino que les habló con bastante dureza y ellos se ofendieron. Luego estaba el caso del rey Herodes, que se sentÃa supersticiosamente atraÃdo a Jesús además de temerle, hasta el punto de preguntarse si serÃa Juan el Bautista, resucitado de los muertos.
El relato continua revelando la actitud de sus discÃpulos, después de que partiese el pan y alimentase a los cinco mil y luego les sorprendió caminando sobre el mar. Leemos (capÃtulo 6, versÃculos 51-52):
"Y subió en la barca, y se calmó el viento. Ellos estaban sumamente perplejos, pues aún no habÃan comprendido lo de los panes; mas bien, sus corazones estaban endurecidos."
Este endurecimiento del corazón es caracterÃstico de las actitudes que adoptaban muchos hacia nuestro Señor y su ministerio como siervo.
Encontramos además la hipocresÃa y la actitud crÃtica de los fariseos en el capÃtulo 7 y la aceptación de muchos al final del mismo capÃtulo, que se sintieron grandemente sorprendidos diciendo: "¡Todo lo ha hecho bien! Aún a los sordos hace oÃr y a los mudos hablar. (Mar. 7:37) Esa es la señal de un corazón creyente, de uno que puede decir acerca de Jesús: "¡Todo lo ha hecho bien!
Hay algo muy importante que hizo nuestro Señor y se encuentra en el capÃtulo 8, versÃculos 22 a 26, donde leemos:
"Jesús fue a Betsaida y le trajeron un ciego y le rogaban que lo tocase. Entonces tomando al ciego de la mano, le sacó fuera de la aldea..."
¿Por qué lo sacó fuera de la aldea?
"...Después de mojarle los ojos con saliva e imponerle las manos, le preguntaron: --¿Ves algo? Al mirar, decÃa: --Veo a los hombres, pero los veo como árboles que andan. Luego puso otra vez las manos sobre sus ojos, y miró intensamente. Y fue restaurada su vista y veÃa todo de lejos y claramente. Entonces Jesús le envió a su casa diciendo: --No entres en la aldea."
¿Por qué? ¿De qué aldea se trataba? De Betsaida. En el Evangelio de Mateo, Betsaida era uno de aquellos pueblos sobre el cual Jesús habÃa pronunciado juicio diciendo:
"¡Ay de ti CorazÃn! ¡Ay de ti Betsaida! Porque si se hubieran realizado en Tiro y Sidón los hechos poderosos que se realizaron en ti..." (Mat. 11:21)
Aquà tenemos el caso de un pueblo que habÃa rechazado su ministerio y su persona y nuestro Señor no permite ningún otro testimonio en dicha ciudad. Sacó al ciego antes de sanarle y es el único caso en el que el Señor no realiza una curación instantánea y completa con solo hablar. Cuando la curación quedó completada, no quiso ni siquiera permitirle que volviese a la aldea, porque aquella era una aldea objeto de juicio, habiendo rechazado el ministerio del Siervo de Dios. Ese incidente pone punto final a la primera división del Evangelio de Marcos.
A continuación tenemos la introducción al segundo tema. Vino no para que le sirviesen, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos (capÃtulo 8, versÃculo 31):
"Luego comenzó a enseñarles que era necesario que el Hijo del Hombre padeciese mucho, que fuese desechado por los ancianos, los principales sacerdotes y los escribas y que fuese muerto y resucitado después de tres dÃas."
A partir de aquÃ, el rostro de nuestro Señor mira hacia Jerusalén y hacia la cruz. Va para ser la ofrenda a Dios, el sacrificio, el siervo que se entrega a sà mismo por completo como rescate por aquellos a los que vino a salvar. La revelación de su programa aparece en este versÃculo. Vino para sufrir, para ser rechazado, para que le matasen y al cabo de tres dÃas para resucitar de nuevo. Asà es como lo hará.
¿Recuerda cuál fue la reacción de Pedro en ese momento? Le tomó y le reprendió diciendo: "No te hagas eso Señor. Esa es siempre la manera de hacer las cosas el hombre caÃdo. La filosofÃa del mundo es "no padezcas, no hagas nada que no te quede más remedio que hacer, no te involucres, no hagas nada que no sea necesario para tu comodidad. ¿No es esa la filosofÃa de nuestro tiempo? Nuestro Señor dijo: "Pedro, reconozco de dónde procede esa actitud. Le dijo: "¡Apártate! ¡Detrás de mi, Satanás! (Mar. 8:30) Y luego llamo a la multitud juntamente con sus discÃpulos y les dijo: "si alguno quiere venir en pos de mÃ, niéguese a sà mismo, tome su cruz y sÃgame. (Mar. 8:34) Ese es el camino. El protegernos a nosotros mismos es el camino del demonio, pero el entregarnos es el camino de Dios. Este es el plan que aparece en el resto de esta sección de Marcos.
A esto sigue la historia de la Transfiguración, cuando Jesús revela su intención para el hombre. Lo sugiere el primer versÃculo del capÃtulo 9. Les dijo:
"De cierto os digo que hay algunos de los que están aquà presentes que no gustarán la muerte hasta que hayan visto el reino de Dios que ha venido con poder."
Luego guió a Pedro, Jacobo y Juan a la cima del monte y no probaron literalmente la muerte hasta no haber visto al Rey viniendo en gloria. Recuerde que Pedro se refiere a esto en su epÃstola. Dice:
"Porque os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo, no siguiendo fábulas artificiosas, sino porque fuimos testigos oculares de su majestad...oÃmos esta voz dirigida hacia el cielo cuando estabamos con él en el monte santo." (2ª Ped. 1:16-18)
Aquà sugiere que la intención de Dios con respecto al hombre y el propósito de la obra redentora de nuestro Señor es que los hombres no prueben la muerte. Vino para librarnos del aguijón de la muerte, del espantoso gusto de la muerte. Los cristianos mueren, pero nunca prueban la muerte porque la muerte es la puerta que se abre a la vida. ¿Por qué es verdad que los cristianos pueden decir juntamente con Pablo: "¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? porque Hebreos nos dice que Jesús probó la muerte por todos. (Heb. 2:9)
El capÃtulo 10 habla acerca de la familia, de los hijos. Pasa al almacén de los trastos viejos de la vida humana y toma esos dones de Dios que los hombres han retorcido, a los que les han dado un uso equivocado y los ha despojado de la incrustación de la tradición, el egoÃsmo del hombre, y los restaura de manera preciosa al propósito que Dios pretendÃa que tuviesen.
En el capÃtulo 11 tenemos el principio de la semana de la pasión, la última semana de nuestro Señor al dirigirse hacia la cruz. En este capÃtulo, se nos presenta otro acto de gran importancia del que solo Marcos deja constancia (versÃculo 15):
"Llegaron [es decir, él y sus discÃpulos] a Jerusalén y Jesús entró en el templo. Y comenzó a echar fuera a los que vendÃan y a los que compraban en el templo. Volcó las mesas de los cambistas y las sillas de los que vendÃan palomas."
Este no es el mismo acto que relata Juan en su Evangelio. (Juan 2:13-16) En el Evangelio de Juan eso sucedió al principio del ministerio de nuestro Señor, pero en este caso, al final de su ministerio, por segunda vez, tirando las mesas de los cambistas, limpiando el templo y Marcos dice: "y no consentÃa que nadie cruzase por el templo llevando utensilio alguno. (Mar. 11:16)
¿Qué significa eso? Los únicos que llevaban cosas en el templo eran los sacerdotes. Según la ley mosaica, era su obligación coger la sangre de los animales sacrificados sobre el altar de bronce en el atrio y llevar la sangre al lugar sagrado ante el altar. Y una vez al año el sumo sacerdote entraba en el lugar santÃsimo y rociaba la sangre sobre el altar de oro y el asiento de la misericordia. Este era un ritual muy importante.
Pero el Señor puso fin a todo esto. No permitÃa que ningún hombre llevase nada en el templo. En otras palabras, acabó con los sacrificios. Los judÃos los volvieron a realizar hasta que tuvo lugar la destrucción del templo en el año 70 A.D., pero lo hicieron sin autoridad divina. Los sacrificios carecen de significado a partir de este momento, porque ahora él es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Desde este relato avanza hacia el Monte de los Olivos, desde allà al aposento alto, al Huerto de Getsemanà y a la cruz.
Los últimos capÃtulos tienen que ver con preguntas que la gente le hacÃa. En el capÃtulo 11 responde a preguntas de los sacerdotes y de los ancianos que vienen a verle guiados por el odio e intentando atraparle por medio de sus preguntas. En el capÃtulo 12 responde a preguntas hechas por los fariseos y los herodianos que de igual modo intentan atraparle con sus preguntas, pero él ve a través de la hipocresÃa de ellos. También en el capÃtulo 12, los saduceos vienen e intentan atraparle. Eran los materialistas, aquellos que no creÃan en la resurrección ni en la vida del espÃritu.
A continuación un escriba con un corazón sincero le hizo la única pregunta sincera hasta el momento. Vino a él y le preguntó: "¿Cuál es el primer mandamiento de todos? (Mar. 12:28) Nuestro Señor le contesta de inmediato y con toda claridad. En el capÃtulo 13 acuden a él los discÃpulos para hacerle una pregunta y en su respuesta nuestro Señor revela todo lo del tiempo por venir. Esta es la sección de la gran predicción, que termina con su regreso en gloria.
En el capÃtulo 14 encontramos dos actos que muestran el carácter lleno de gracia del siervo. MarÃa vino y ofreció su sacrificio en forma de un perfume de mucho precio, que derramó sobre los pies de Jesús, y luego Judas fue y le traicionó por dinero. Un acto de absoluta abnegación y el otro un acto de absoluto egoÃsmo.
Comenzando con el capÃtulo 15, tenemos el relato de la cruz. En el relato de Marcos este es un acto de la más increÃble brutalidad, llevado a cabo en nombre de la justicia. El Señor parece exteriormente un hombre derrotado, un trágico fracaso, con su causa totalmente perdida. Se siente acosado, apaleado y escupido. Como él mismo dijo: "el Hijo del hombre padecerá muchas cosas. Finalmente, es crucificado. Es un relato tan tremendamente diferente del hombre de Galilea que obraba maravillas que comienza esta epÃstola, el poderoso hombre de poder, el siervo que tiene autoridad.
No es de sorprender que los sumo sacerdotes, al contemplarle de ese modo, dijesen acerca de él: "A otros salvó, a sà mismo no se puede salvar. (Mar. 15:31) Esa es una extraña declaración y es, sin embargo, una de esas asombrosas manifestaciones que revelan cómo Dios puede hacer que incluso sus enemigos le alaben, porque tienen razón y se equivocan al mismo tiempo. Estaban equivocados en lo que habÃan querido decir por medio de aquellas palabras "A otros salvó, a sà mismo no puede salvar pero estaban en lo cierto en lo que dijeron.
Al leer este relato, me siento impresionado por tres cosas que no consiguieron que hiciese nuestro Señor. Primero, no consiguieron que el Señor hablase:
"Pero Pilato le preguntaba de nuevo diciendo: --¿No respondes nada? Mira de cuantas cosas te acusan. (Mar. 15:4) "Pero Jesús aun con eso no respondió nada, de modo que Pilato se maravillaba. Y no consiguieron hacerle beber: "Le dieron a beber vino mezclado con mirra, pero él no lo tomó. (Mar. 15:23) ¿Por qué no? Porque podrÃa haberse salvado a sà mismo, de haberlo hecho. Si hubiera hablado ante Pilato, se podrÃa haber salvado a sà mismo. Los sumo sacerdotes tenÃan razón, habÃa salvado a otros, pero no podÃa y no debÃa salvarse a sà mismo. De haber hablado, podrÃa haberse librado ante Pilato, pero no pudo hacerlo. De haber bebido, podrÃa haberse ahorrado el efecto de la agonÃa de la cruz y el peso de la carga del mundo sobre sus hombros, pero no quiso hacerlo. No quiso salvarse a sà mismo.
Y finalmente, ni siquiera lograron hacerle morir. Leemos: "Pero Jesús, dando un fuerte grito, expiró (Mar. 15:37) que es realmente una interpretación. Lo que dice el griego es: "se deshizo de su espÃritu. Dio permiso a su espÃritu para que se fuese, no murió a manos de los asesinos, sino que dejó marchar a su espÃritu, le despidió porque él mismo habÃa dicho: "nadie puede quitarme la vida, yo la pongo de mi mismo. PodrÃa haberse negado a morir y no podrÃan haberle quitado la vida. El lo dijo. PodrÃa haber colgado de la cruz y haberse burlado de la capacidad de ellos para matarle, pero no lo hizo. Murió, deshaciéndose de su espÃritu. Cuando llegamos al último capÃtulo, la resurrección de nuestro Señor, nos enteramos de su motivo. Guardó silencio y se negó a apelar a Pilato y a la multitud, porque estaba colocando el fundamento de un dÃa futuro, cuando mediante el poder de la resurrección apelarÃa a una multitud mucho más numerosa, cuando toda rodilla se inclinarÃa y toda lengua proclamarÃa que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre. No quiso beber para atontar sus sentidos porque estaba colocando la base para incluso aquellos que estaban alrededor de la cruz a fin de que pudiesen entrar en la vida tan maravillosa, tan vigorosa y abundante, que todos los momentos de mayor celo de toda la tierra palidecerÃan en comparación.
No permitirÃa que los hombres le quitasen la vida, pero él la puso voluntariamente a fin de poder vencer al mayor enemigo del hombre, a la muerte, y librar para siempre a todos los que creen en él del poder terrible del aguijón de la muerte. Ese es el Evangelio, a otros salvo, pero no pudo salvarse a sà mismo.
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